La diabetes mellitus ocupa un lugar importante dentro de las patologías endocrinas con repercusiones en diferentes sistemas orgánicos entre ellos, la piel.
Según la Asociación Americana de Diabetes, el 33% de las personas con diabetes sufren un trastorno de la piel en algún momento de sus vidas. Los desórdenes cutáneos que vienen ocasionados por la diabetes son los mismos tanto para las personas que tienen diabetes tipo 1 como diabetes tipo 2.
Una de las lesiones cutáneas más frecuentes es la ampolla común. Las ampollas son lesiones superficiales en la piel que se caracterizan por tener líquido. Este líquido suele ser transparente aunque algunas veces adquiere un color rojizo o negruzco por su contenido de sangre.
Existen tres tipos de ampolla:
Las apariciones de las ampollas diabéticas suelen deberse principalmente a:
Las personas con diabetes que tienen neuropatía (daños causados en los nervios por altos niveles de azúcar en sangre y disminución del flujo sanguíneo) pueden no ser capaces de reconocer cuando se está formando una ampolla, por lo que se recomienda una continua inspección, tanto por la propia persona o, en caso de duda, acudiendo a profesionales que le puedan ayudar.
La insuficiencia vascular puede jugar un papel importante en el desarrollo de estas lesiones: una disminución en el flujo microvascular, que además de alargar el proceso de curación por la disminución de nutrientes y oxígeno, causa cambios en la piel como el envejecimiento prematuro del colágeno que da como resultado la formación de ampollas con traumas triviales (pequeños golpes).
Para el tratamiento de las ampollas comunes de una persona con diabetes debemos decir que es mejor mantenerlas intactas hasta que desaparezca el líquido. Si éste no se reabsorbe puedes drenar la ampolla siempre mediante una previa desinfección de la zona y de la disposición del material necesario para ello. No se debe retirar nunca la piel que recubre la ampolla. Si se rompe sola, se debe lavar con agua y jabón y a continuación aplicar un antiséptico o desinfectante y cubrirla con un apósito limpio. Tienes que estar atento a signos de infección como enrojecimiento, dolor o hinchazón.
En caso de duda siempre acude a un profesional especializado para el correcto diagnóstico y tratamiento, y así poder evitar futuras complicaciones.
Autora: Verónica Santín Huerga. Podóloga, especializada en pie diabético. Clínica Podológica Verónica Santín.
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El contenido de esta web ha sido revisado por la Dra. Nieves Raquel Ruano Esteban, especialista en endocrinología y nutrición en el Hospital Arnau de Villanova, Lleida.
Revisión marzo de 2023.